El verdadero arte de la memoria es el arte de la atención.
La vida es corta, y por desgracia gastamos mucho tiempo pensando cómo se puede disfrutar.
El placer que los hombres pueden proporcionar en la conversación no guarda una proporción fija con sus conocímientos o su virtud.
La literatura es una especie de luz intelectual que, a semejanza de la luz del sol, a veces nos permite ver lo que no nos gusta.
Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado pequeñas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas.
Los deseos del hombre aumentan con sus adquisiciones.
El consejo rara vez es bien recibido, porque el que más lo necesita es el que menos lo desea.
La ley es último resultado de la sabiduría humana que opera sobre la humana experiencia en beneficio del público.
El hombre que sabe gastar y ahorrar es el más feliz, porque disfruta de ambas cosas.
Esta dentro de lo natural que los jóvenes sean vehementes, mordaces.
El dinero falso lo hacen los hombres; pero en muchas casos, el dinero, falso o no, hace hombres falsos.
Los gobiernos ejercen poca influencia sobre la felicidad privada de los individuos.
Los vuelos naturales del espíritu humano no van de placer a placer sino de una esperanza a otra.
Los que no conocen el mal no tienen sospechas.
La enfermedad comienza, generalmente, esa igualdad que la muerte completa.
Vivir sin iglesia es peligroso.
Nuestra entera vida es como una comedia.
La crítica es un estudio por medio del cual los hombres se vuelven importantes y formidables a muy poco costo.
El conocimiento es como el fuego, que primero debe ser encendido por algún agente externo, pero que después se propaga por sí solo.
Casi todo lo absurdo de nuestra conducta es el resultado de la imitación que hacemos a aquellas personas con las cuales no nos podemos asemejar.