No conocí la seriedad pero he sabido tenerte entre sonrisas.
No he madurado, no he aprendido a crecer, no he dejado de ser una niña pero te amo tanto como una mujer.
Cobíjame en tus manos cariñosas y ampárame en tus besos.
Hay quienes esperan condiciones, nosotros las creamos.
Enséñame a comer en otras manos, a no escribir poemas con tu huella, a apagar toda luz que tú encendiste, a separar el ruido de tu nombre de las cosas soñadas, de las cosas queridas.
Hay quienes requieren un poema para saberse amados. Nosotros ya nos sabíamos amados y, sin embargo, allí estaba el poema.
Era dulce y era mágico el encuentro, me detuve en la ilusión de tus palabras aún sabiendo que se borran con el viento.
Un corazón correspondido es un grito de caricias, canciones y poemas.
No me prives del arte de aprender a quererte, no me quites la magia de habitar en tu piel, pues mis labios de niña, sin tus labios de hombre, no serían capaces de besar otra vez.