El cementerio está lleno de personas imprescindibles.
En las revoluciones hay dos clases de personas; las que las hacen y las que se aprovechan de ellas.
La verdadera felicidad social consiste en la armonía y en el uso pacífico de las satisfacciones de cada individuo.
No hay que temer a los que tienen otra opinión, sino a aquellos que tienen otra opinión pero son demasiado cobardes para manifestarla.
Nada va bien en un sistema político en que las palabras contradicen a los hechos.
Es más fácil engañar que desengañar.
El gobernante debe tener energía sin fanatismo, principios sin demagogia y severidad sin crueldad.
El ateísmo ha sido un principio destructor de toda organización social que niega al hombre la posibilidad del consuelo y toda esperanza.
El hombre superior es impasible por naturaleza: le da igual que le elogien o censuren.
El método más seguro de permanecer pobre es, sin duda, ser una persona franca.
Tan tranquilas son las personas honradas y tan activas las pícaras, que a menudo es necesario servirse de las segundas.
En un mundo imperfecto, vivir es cambiar.
Hay ladrones a los que no se castiga, pero que roban lo más preciado: el tiempo.
Hace falta más valor para sufrir que para morir.
A todos nos gustaría haber sabido todo antes.
Hay una especie de ladrón a quien la ley no ataca a, y que roba lo más preciado para los hombres: el tiempo.
Discutir en el peligro es apretar el dogal.
La victoria pertenece al más perseverante.
Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los Gobiernos para adormecer a sus gobernados.
Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición.