Los hijos, cuando son pequeños, entontecen a sus padres; cuando son mayores, los enloquecen.
Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a tí.
Las palabras son las hojas, los actos son los frutos.
La persona que no comete una tontería nunca hará nada interesante.
El fanfarrón mata a un león ausente, pero se asusta de un ratón presente.
Nosotros, perros de casa, hemos matado a la liebre, dice el perro faldero.
A las flores les pedimos que tengan perfume. A los hombres, educación.
El amor que se alimenta de regalos siempre tiene hambre.
El perezoso considera suerte el éxito del trabajador.
Cuando se reúnen los aduladores, el demonio sale a comer.
Mi alma a dios, mi vida al rey, mi corazón a la dama.
Donde hay voluntad, hay camino.
El necio dispara pronto sus dardos.
Por bueno que sea un caballo, necesita espuelas.
Los defectos son muchos cuando el amor es poco.
Para aprender a rezar no hay como viajar por mar.
Un tropezón puede prevenir una caída.
Nunca tengas miedo del día que no has visto.