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Pero en las teorías políticas y filosóficas, como en las personas, el éxito saca a la luz defectos y debilidades que el fracaso nunca hubiera mostrado a la observación.
Platón es mi amigo, Aristóteles es mi amigo, pero mi mejor amiga es la verdad (Extracto de Quaestiones Quaedam Philosophicae (Algunas Cuestiones Filosóficas), en latín (c. 1664)).
La ociosidad es padre y madre de todos los vicios.
Para mí, la política no es más que la búsqueda del poder privado por parte de determinados individuos. Pueden disfrazarlo con cualquier ideología, ponerlo en los términos de las boludeces román...
En una mano lleva la piedra, y con la otra muestra el pan.
La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud política.
Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.
Se le hace patente que solo hay dos clases de cobardes: los que huyen para atrás y los que huyen para adelante.
Hay otro linaje de escépticos muchos más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo.
Nadie es nunca secundario para sí mismo.
Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa.
El pesimismo no consiste en estar cansado del mal, sino en estar cansado del bien. La desesperación no consiste en estar cansado del sufrimiento, sino en estar cansado de la alegría.
Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
Una de las mayores pruebas de mediocridad es no acertar a reconocer la superioridad de otros.
El origen de todos los males es la codicia.
Solo conviene la mediocridad. Esto lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escapa de ella por alguna parte.
La intolerancia puede ser definida aproximadamente como la indignación de los hombres que no tienen opiniones.
La mayoría de las personas abandonan sus vicios solo cuando les causan molestias.
Los grandes egoístas son el plantel de los grandes malvados.
No temáis a los malvados. Tarde o temprano acaban por desenmascararse.
La mediocridad es lo excelente para los mediocres.
Muchas veces he pensado si el mal no está puesto en el Universo como un tema de trabajo y un incentivo a nuestra curiosidad.
Nunca tienes tiempo suficiente para hacer toda la nada que quieres.
El avaro visita su tesoro por traerle a la memoria que es su dueño, carcelero de su moneda.
Una mala causa será defendida siempre con malos medios y por hombres malos.
La obstinación es quizá la única cualidad humana valiosa no solo en la profesión policial sino al menos en todas las que tienen que ver con el concepto de verdad.
Me he dado cuenta de que la mayoría de la gente está demasiado preocupada con su propia vida para dedicar a los demás el menor pensamiento.
No hay más infierno para el hombre que la estupidez y la maldad de sus semejantes.
El egoísta sería capaz de pegar fuego a la casa del vecino para hacer freir un huevo.
A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.
El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.
El ambicioso quiere ascender, hasta donde sus propias alas puedan levantarlo; el vanidoso cree encontrarse ya en las supremas cumbres codiciadas por los demás.
Odio al cinismo más que al diablo, a menos que ambos sean la misma cosa.
Los malvados son como las moscas que recorren el cuerpo de los hombres y solo se detienen en sus llagas.
No hay maldad tan mala como la que nace de la semilla del bien.
Existen empresas en las cuales el verdadero método lo constituyen un cierto y cuidadoso desorden.
El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.
Para mí la vanidad es una dolencia tan superficial, que basta con rascarme un rato para que se me quite.
La tierra no produce para los ignorantes sino malezas y abrojos.
La pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada.