El pan y la casa, los chicos que crecen jugando en las plazas a pesar de todo, la vida ¡que hermosa!, siempre y sobre todo de todas las cosas.
Eladia Blazquez
La temeridad cambia de nombre cuando obtiene éxito. Entonces se llama heroísmo.
Los hijos del herrero no tienen miedo a las chispas.
Ser feliz en la contemplación serena, con la voluntad extinguida, sin la codicia y el afán del egoísmo, frío y gris de pies a cabeza, pero con ojos ebrios de luna.
Un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil.