El amor de Dios se adquiere resolviéndonos a trabajar y a sufrir por Él.
Santa Teresa de Jesús
Las naciones, como los individuos, son castigados por sus transgresiones.
¿Dónde estaba la calma de espíritu, la serenidad de conciencia que me hubiera permitido contemplar el pasado con satisfacción y encontrar nuevas esperanzas en las cuales creer?
Sucede con frecuencia que la posesión mata los más grandes poemas del deseo, a cuyos sueños corresponde raramente el objeto poseído.
Demasiados jóvenes artistas, críticos y curadores están fetiche de los años sesenta, la transformación del período en un culto deformada, una religión de fantasía, una marca de moda, y una enf...