Los celosos son los primeros que perdonan, todas las mujeres lo saben.
Fiodor Dostoievski
Todo poder cae a impulsos del mal que ha hecho. Cada falta que ha cometido se convierte, tarde o temprano, en un ariete que contribuye a derribarlo.
No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior.
Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar.
Para ti soy ateo. Para Dios, la oposición.