Ella no me amó a mí, sino al que yo deseaba ser, y siempre me reprochó que no hubiese cumplido mis deseos.
André Gide
Habrá que mortificar la carne y obligarla a obedecer al espíritu, hasta que esté dispuesta a todo
En el momento de la muerte espero ser sorprendido.
El mejor profeta es aquel que mejor calcula.
La ley moral ha de tener un origen divino, ya que antes de las tablas de Moisés ya estaba contenida en las espirales genéticas.