Como no la adulaban ni a ella ni a sus niños, no podía creer que fueran de buen natural; y como eran aficionadas a la lectura, las imaginaba satíricas: quizá no sabía exactamente qué era ser satírico, pero eso carecía de importancia. En el lenguaje común implicaba una censura, y la aplicaba sin mayor cuidado.
Jane Austen