Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra: tan inmediatas caminan.
William Shakespeare
Que ninguna bandera o compañía es perfecta; e incluso en la de Cristo, que fue como él mismo se la quiso reclutar, hubo uno que lo vendió, otro que lo negó y otro que no lo creyó.
Podía hablar de los bosques en invierno, y del siniestro muro de un castillo. ¿Pero cómo hablar de sentimientos?
... soy sumamente sensible a la discontinuidad vertiginosa de la existencia.
Callan: es alabanza suficiente.