Sagradas Escrituras: Hermanos, permítanme que les ...


Hermanos, permítanme que les diga con toda claridad: el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba permanece entre nosotros hasta ahora. Pero, como él era profeta, sabía que un descendiente de su sangre se sentaría en su trono, según Dios le había asegurado con juramento. Por eso vio de antemano la resurrección del Mesías y de él habló al decir que no fue abandonado entre los muertos, ni su carne fue corrompida.
Este Mesías es Jesús, y todos nosotros somos testigos de que Dios lo resucitó. Y, engrandecido por la mano poderosa de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido: hoy lo acaba de derramar, como ustedes ven y oyen. También es cierto que David no subió al cielo; pero dice en un salmo: Dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies." Sepa entonces con seguridad toda la gente de Israel, que Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien ustedes crucificaron."
Al oír esto, se afligieron profundamente. Dijeron, pues, a Pedro y a los demás apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?" Pedro les contestó: "Conviértanse y háganse bautizar cada uno de ustedes en el Nombre de Jesucristo, para que sus pecados sean perdonados. Y Dios les dará el Espíritu Santo; porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los extranjeros a los que el Señor llame."


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