Colección de paco
Ãrbol de Sangre
Esta herida me duele con dolor deleitoso.
Abierta como un surco, en su fondo germina
semilla amarga y dulce que ha de erguirse, callada,
en el tronco de fuerza y en la rama florida.
Ãrbol gigante y bello que juega con las nubes:
su cabellera densa, peinada por la brisa,
esconderá el arrullo de la paloma viuda
y el primor delicado de la frágil orquÃdea.
Llegarán en bandadas mariposas de junio,
han de libar sus mieles abejas bailarinas
y en la quietud nocturna, luciérnagas fugaces
mecerán en las hojas sus tenues candelitas.
Será la casa oculta del animal huraño,
ha de lamer la bestia su raÃz retorcida
y quebrando jornadas el viajero del mundo
apoyará en su tronco la carga de fatiga.
Rumoroso de trinos y adornado de gajos,
meciendo bajo el sol frescura de caricia,
con sus ventanas verdes por donde el cielo pasa
y en la corteza dura cicatrices perdidas;
recogerá los ecos de músicas errantes,
vibrando como un arpa que se toca a sordina;
y cuando suene el grito de la tormenta loca
abrigará los miedos que en soledad palpitan.
Su savia de dolor, potente y victoriosa,
multiplicada en cantos, trocada en gallardÃa,
empinada al azul y en el lodo sembrada,
ha de ofrendarse a todos en dádiva sencilla.
Y tal vez una tarde, cuando estés viejo y solo,
y en el recuerdo se abran puertas de lejanÃa,
te ha de llegar un soplo de fragancia olvidada...
¡Sangre transfigurada en florescencia viva!
Ella
Para Teresita López
Ella tiene
una mirada
que aletea
sobre el sueño.
A veces duerme.
Y cuando despierta,
sus ojos
tienen plumas
y destilan mar.
De "La Ciudad" 2001
Música de Fondo
Llega el momento de decir la palabra
y se la deja fluir, se la ayuda
a resbalar entre los labios,
anclada ya en sus lÃmites de tiempo.
La palabra se funda a ella misma, suena
allá en el corazón del que la habla
y trepa poco a poco hasta nacer
y antes es nada y solo una verdad
la hace constancia de algo irrepetible.
Súbitamente esa palabra aumenta
el hallazgo caudal de la memoria,
boga sobre los hombres que la escuchan,
gira anhelante entre vislumbres
y se alza más y más y se perfila, pule
sus bordes balbucidos, se nivela entre sueños.
Después inicia su holocausto.
Función de amor o de vileza,
la palabra se gasta en los oÃdos,
puebla sus márgenes de brozas,
se torna vana, amago de un aliento,
oscuridad final y sin sentido.
Está cayendo ya hecha pedazos.
Rescoldos sumergidos, restos
de rescates sin fondo, flota y flota
sobre las intenciones proferidas,
entre el silencio de las conjeturas.
Es nada la palabra que se dijo
(no importa que se escriba para
querer salvarla), es nada y lo fue todo:
la música del mundo y su apariencia.
"Memorias de poco tiempo" 1954
Fiat Lux
Sobre el rojo diván de seda intacta,
con dibujos de exótica graminea,
jadeaba entre mis brazos tu virgÃnea
y exangüe humanidad de curva abstracta...
Miró el felino con sinuosa lÃnea
de opalo; y en la noche estupefacta,
desde el jardÃn, la Venus curvilÃnea
manifestaba su esbeltez compacta.
Ante el alba, que izó nimbos grosellas,
ajáronse las últimas estrellas...
El Cristo de tu lecho estaba mudo.
Y como un huevo, entre el plumón de armiño
que un cisne fecundara, tu desnudo
seno brotó del virginal corpiño...
Rosa kessler
Ahora soy más feliz. ¿Importa eso?
Sé que mientras te quise estuve vivo.
"Rosele, meine Rosele..." En sueños
todavÃa sigo pronunciando tu nombre,
la única oración que no he olvidado.
Ya sé que ahora eres dichosa
como nunca lo fuiste conmigo.
Yo también soy feliz. ¿No te lo dije?
Se acabaron los bruscos
viajes al hospital, los juegos con la muerte
sólo para saber si aún me querÃas.
Todo pasó, ya nada importa nada.
No es tan difÃcil el juego de la vida
cuando se aprenden unas pocas reglas.
Yo las aprendà tarde, pero bien.
Ahora soy feliz como nunca lo he sido.
Pero déjame confesarte un secreto:
en sueños todavÃa vuelvo a ver
tu rubio pelo iluminando el dÃa.
De "Principios y finales" 1997
Marta Y MarÃa
Una cosa, amor mÃo, me será imprescindible
para estar reclinada a tu vera en el suelo:
que mis ojos te miren y tu gracia me llene;
que tu mirada colme mi pecho de ternura
y enajenada toda no encuentre otro motivo
de muerte que tu ausencia.
Mas qué será de mà cuando tú te me vayas.
De poco o nada sirven, fuera de tus razones,
la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto.
Eres todo mi ocio:
qué importa que mi hermana o los demás murmuren,
si en mi defensa sales, ya que solo amor cuenta.
¿remordimiento?
La tarde será un sueño de colores...
Tu fantástica risa de oro y plata
derramará en la gracia de las flores
su leve y cristalina catarata.
Tu cuerpo, ya sin mis amantes huellas,
errará por los grises olivares,
cuando la brisa mueva las estrellas
allá sobre la calma de los mares...
¡SÃ, tú, tú misma...! irás por los caminos
y el naciente rosado de la luna
te evocará, subiendo entre los pinos,
mis tardes de pasión y de fortuna.
Y mirarás, en pálido embeleso,
sombras en pena, ronda de martirios,
allà donde el amor, beso tras beso,
fue como un agua plácida entre lirios...
¡Agua, beso que no dejó una gota
para el retorno de la primavera;
música sin sentido, seca y rota;
pájaro muerto en lÃrica pradera!
¡Te sentirás, tal vez, dulce, transida,
y verás, al pasar, en un abismo
al que pobló las frondas de tu vida
de flores de ilusión y de lirismo!
No Tengo Nada Que Perder
Aquel nocturno yerbazal, al borde
del declive de acebos, ciegamente
buscado entre el vislumbre
del amor, bajo el troquel efÃmero
de la naciente luna ciñe
con sus trémulos odres toda
la historia de mi vida, el privilegio
de mi junta y profética memoria,
y allà estará mi vocación gestándose,
cómplice cuerpo transitorio
fronterizo del mÃo para nunca.
La tierra genital, los estandartes
fugitivos del sueño, la prohibida
palabra, permanecen
junto al amor que escribo, tachan
con su verdad los nombres
de mi boca.
Compartida codicia,
¿qué haré con este cuerpo
sin el tuyo?
Subà desde la sombra
hasta la luz, puse mi mano
en el aire vacÃo. AquÃ
me entrego, dije,
no tengo nada que perder.
Cuántos
turbadores resquicios fraudulentos
se desvelaron para mÃ, mientras anduve
tropezando.
En la pared aquella,
cerca de la hondonada parpadeante,
bajo el metal marÃtimo fundido
entre los dos, fui desnudado
del lastre primerizo de mi alma
y levanté los ojos hacia el cuerpo
aterido. Aquà me entrego, dije,
preso estoy .en mi propia libertad.
Estados de Ãnimo
A veces me siento como un águila en el aire ...
( A propósito de una canción de de Pablo Milanés )
Unas veces me siento
como pobre colina,
y otras como montaña
de cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en otras como un cielo
azul pero lejano,
a veces uno es
manantial entre rocas,
y otras veces un árbol
con las últimas hojas,
pero hoy me siento apenas
como laguna insomne,
con un embarcadero
ya sin embarcaciones,
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde,
te acerques y te mires..
te mires al mirarme.
Duérmete Ahora, Sentimiento MÃo
Duérmete ahora, sentimiento mÃo.
Déjame en esta paz que me regalan
la silenciosa habitación, las suaves
luces, las tenues llamas.
Ya sé que ayer fue dura la congoja
y no sé cómo el corazón mañana
soportará romper con estos lazos,
con estas quietas brasas.
Pero no me perturbes esta noche
en que mi terca sangre se acompasa
al fluir de otras vidas más serenas,
al soplo de otra gracia.
Y tú, indiscreto pensamiento mÃo
pájaro equivocado de sus alas,
duerme también y deja que la noche
me abrigue, limpia, el alma.
De "Miradas sobre el agua"
Femmes Damnées
Muchacha, si te entregas a los cerdos,
merecerás morir en la matanza.
No serÃa en todo caso más horrible que la horrible,
cÃnica contradanza.
Pregúntate por qué has de estar debajo
si eres mejor que ellos.
Créeme, muchacha, la heteropatÃa
nunca fue un buen invento.
Perdido de Amor
La fatiga, la inmensa
fatiga de los dÃas repetidos.
(Toda alegrÃa supone
algo de heroÃsmo.)
Admirable enemiga,
de ti nazco sufriendo.
(Arder: Asà me miento
un alma iluminada.)
Y vivo de la muerte
que me das sonriendo,
y muero en la dulzura
de tu vago silencio.
Amada, amada mÃa,
alta llama en el tiempo,
tú creas melodÃas
con pausas y secretos.
Y el hastÃo se alarga
de pronto en formas dulces,
y los dÃas se nombran
según un sentimiento.
Itinerario Del Deseo
Anoche tuve audiencia con mi cuerpo,
tu fantasma, mis señas personales:
indagué en el desánimo, en el cerco
de mis fiebres. Obsesos arenales
me circundan y crecen hacia adentro.
Me someten sus dunas, a las cuales
rehúyo, añoro, niego, miento, encuentro,
ofrendando el temblor de mis portales.
Sin que medie la luna te poseo
siguiendo de la sangre los puntales.
Dichoso itinerario del deseo
cuando abrevo mi sed en tus panales.
Cuando el alba se apresta a desvestirse
se despiden tus sombras, antes de irse.
Noviembre de 1993
Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo.
PlatónLos hombres cuando enseñan, aprenden.
SénecaNo dejes lo ganado por lo que está por ganar.
Arcipreste de HitaParte Tercera ( La MÃstica Del Vaivén )
1. Te lo ruego
Me encontré tan menuda, tan
encogida, ovillada en eso
que la taquicardia auguró.
Doce o trece horas de amor desmedido
maldita sea hoy, cómo avanzaba
la sabandija entre mi letargo
haciéndome diminuta
el tiempo crecÃa. Me puso las manos
encima y me queda
ese temblor.
2. Recuelo
Huir. Un vaso roto. Esquivar
al amigo de la yerba, los platos
de coñac, regalos, orfebrerÃa
en baúles, tenazas de hierro
abundantes misivas, amontonar
largos caminos, ser la sed
en las rayas del labio, nótese
una humareda a lo lejos, una
impenetrable andariega.
1990
Adolescente Fui...
Adolescente fui en dÃas idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.
Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquel fuÃ, aquel fuÃ, aquel he sido...
era la ignorancia mi sombra.
Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.
Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacÃas, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.
Hay tres formas de perder dinero: el juego, las mujeres y los especialistas. El juego es el más rápido, las mujeres el más placentero y los especialistas el más seguro.
George Soros