Colección de pepe
Canción Lejana
Y yo también como la tarde
toda me tornaré dichosa
para quererte y esperarte.
Iluminada de tus ojos
vendrá la luna,
vendrá la luna por el aire.
Tú me querrás inmensamente.
Mi corazón será infinito
para la angustia de tu frente.
Yo te daré los sueños mÃos:
amor, dolor, sencillamente.
Después será la enamorada sonrisa,
el beso, la memoria llena de ti, maravillada.
Y el gozo azul de estar contigo
fuera del tiempo, sin palabras.
De golondrina en golondrina
nos llegará la primavera
de la mirada pensativa.
Y un mismo cauce de dulzura
tendrán las rosas y los dÃas.
Yo te daré los sueños mÃos:
amor, dolor, sencillamente.
Ellos
Ellos no tienen lecho,
pero sus manos
son las que hicieron nuestras casas.
Ellos comen cuando pueden
pero por ellos comemos cuando queremos.
Ellos
son zapateros pero están descalzos.
Ellos nos visten pero están desnudos.
Ellos
son los dueños del aire cuando manejan alas,
mas son los limosneros del aire de la tierra.
Ellos no hablan,
tienen palabras vÃrgenes... Hacen nuevo lo viejo...
La mañana lo sabe y los espera...
Y Pasa Y No Sola...
Y pasas, y no sola, presintiendo dorados
orientes, los propicios a los enamorados,
como una novia enferma que evoca espirituales
promesas en las largas noches sentimentales;
o esperas al amado, sonriente, como algunas
heroÃnas que aguardan al amor de las lunas
hojeando florilegios alegres de la Galia,
con manos de Giocondas poéticas de Italia.
¡Oh, las divinas magas que comulgan misterios
en los ratos fugaces de indecibles imperios...
cuyos tiernos mandatos y ansiadas tiranÃas
de las claudicaciones saben las agonÃas!
El Piano de Genoveva
Piano llorón de Genoveva, doliente piano
que en tus teclas resumes de la vida el arcano;
piano llorón, tus teclas son blancas y son negras,
como mis dÃas negros, como mis blancas horas;
piano de Genoveva que en la alta noche lloras,
que hace muchos inviernos crueles que no te alegras:
tu música es historia de poéticos males,
habla de encantamientos y de princesas reales,
de los pequeños novios que por robar los nidos
una tarde nublada se quedaron perdidos
en el bosque; y nos cuenta de la niña agraciada
que recibió regalos de sus once madrinas,
que no invitó a la otra a sus bodas divinas
y que sufrió por ello los enojos del hada.
Me pareces, ¡oh piano!, por tu voz lastimera,
una caja de lágrimas, y tu oscura madera
me evoca la visita del primer ataúd
que recibà en mi casa en plena juventud.
Piano de Genoveva, te amo por indiscreto;
de tu alma a todo el mundo revelas el secreto;
cuentas, uno por uno, todos sus desengaños.
Piano llorón, la hermosa más hermosa del valle,
se nos ha vuelto triste porque tiene treinta años
y no hay por todo el pueblo quien ronde por su calle.
Genoveva, regálame tu amor crepuscular:
esos dulces treinta años yo los puedo adorar.
Ruégale tú que al menos, pobre piano llorón,
con sus plantas minúsculas me pise el corazón.
En Tu Boca de Greda
Tu boca es esa poza donde el ángel
hunde sus dedos dulces.
Criatura que regentas
el trance de mis brazos,
yo te miro y el corazón se torna
dos cántaros lunares,
dos pastizales lÃquidos
de algodón deslumbrante.
Amor,
entre tu boca de blandura de greda
van nevando mis pechos
como un paraje helado.
De "Verbo madre" 1995
Corceles de Fuego
¡Mi corazón
amo de naufragios
no sabe cómo sobrevivir a la esperanza!
De "Pasajeros del viento"
Ha Averiguado El Nombre Que Le Ha Correspondido
Ha averiguado el nombre que le ha correspondido
y se define ausente, exiliada del sueño,
emigrante, perpleja, desgajada,
sin billete de vuelta.
Se declara sin fuerzas
y pide con vergüenza un poco de ternura.
Que le devuelvan, por favor, el mar.
No Lo Harás En Vano
Ah no lo harás en vano
se te helarán los dedos
y el corazón y los olores
se te helará la noche
y la arrogancia y las rodillas
se te helará la sangre
y los crepúsculos y el humo
se te helará el bostezo
y el ademán y la lujuria
se te helarán los ojos
la madrugada y el esperma
se te helará el ritual
y las caricias y los signos
se te helará la luna
y el arbolito y la garganta
se te helarán los labios
y los disfrutes y la vida
todo está listo
no lo harás en vano.
Ansiedad
Esta flor mÃa, viva luz sin reflejo,
ahogada en ella misma,
bebiéndose a mi sombra su más Ãntima savia,
su perfume más puro,
sintiendo en cada pétalo, la clausura del aire
y el secuestro del agua, de la nube, del árbol...
Esta flor mÃa, encendida, consumiéndose sola,
muerta en su propia música,
apretada en su tallo, quebrado ya de angustia;
quemándose a sà misma,
en tanto que la tierra desnuda su ternura
y es más ancha la vida,
y el canto,
y la mañana...
Nota Xxvii
de lo posible a lo probable/del
sueño a la realidad hay como
mares/playas nocturnas donde
animales de pico descarnan
formas mojadas por los jugos
del corazón/asÃ/viajamos
del pecho al seco sol que dora
la maravilla/o existir
Sucesión de Mà Mismo
Es ardiente el pasado, e imposible:
breve noche de amor conmigo mismo.
F. B.
Al aire del jardÃn
la cama está revuelta de sábanas y luna,
y en ellas está el cuerpo solitario y desnudo.
Velan los ojos, en las sombras del pino plateado, la hiedra de
las tapias,
y la vida furtiva de los astros.
Un bulto juvenil de la penumbra surge
y ha subido sin ropas a mi lecho,
y en la tarea del amor completa
la noche ahora tan breve.
Este mudo muchacho está encendido
de una pasión oscura y alejada,
y sus dientes furiosos y su lengua dulcÃsima
rescatan de mi carne la densidad del tiempo.
En el azar del mundo su vida ha retornado
con revueltos cabellos, y ahora mudo,
y ha cruzado después las puertas de la noche.
Desde el balcón le espÃo
llegar hasta la esquina de la casa,
y allà ha permanecido en la mejilla de la primera luz.
Con el sol y los pájaros el dÃa se hace largo,
y en la esquina el muchacho ya es este mudo anciano que
vigila el balcón
allà donde él se mira con un cuerpo aún robusto y fatigado.
Borrada juventud, perdida vida, ¿en qué cueva de sombras
arrojar las palabras?
Nocturno
Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado
como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.
Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,
no sé si me querÃan, y si esperaban verme.
En el diario tirado sobre la cama dice encuentros diplomáticos,
una sangrÃa exploratoria lo batió alegremente en cuatro sets.
Un bosque altÃsimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,
yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanÃas.
Mi mujer sube y baja una pequeña escalera
como un capitán de navÃo que desconfÃa de las estrellas.
Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.
Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran
a la ventana que tengo a mi espalda.
Resquicios Y Rescoldos
Hay resquicios como encendidos rescoldos
y rescoldos que son presencias sinuosas
que cotidianamente nos habitan.
Viven en nosotros alimentándose de sà mismos,
de lo que fuimos, de lo que alguna vez
volveremos a ser, bueno o malo.
Solo somos sus impávidos anfitriones,
incubadoras, matrices donde a veces van creciendo
y cuando en los resquicios los rescoldos
se inflaman, se ponen al vivo rojo,
en los rescoldos los resquicios se destemplan, se exacerban,
pueden salirse de madre.
Entonces hacemos cosas inauditas, acaso terrible:
y nadie nos conoce ya, ni nosotros mismos
nos reconocemos. Porque una sola masa informe,
magma atroz, puro caos, nos desquicia.
Porque ahora es antes y antes después y siempre,
y todo terriblemente diferente, porque todo
es turbio en su inexorable lógica expedita,
porque nada entendemos ya o tal vez demasiado,
y siempre, siempre hay consecuencias...
Noche Del Amor Insomne
Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reÃas.
Tu desdén era un dios, las quejas mÃas
momentos y palomas en cadena.
Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanÃas.
Mi dolor era un grupo de agonÃas
sobre tu débil corazón de arena.
La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.
Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.
Diferencias
vamos a escuchar las voces
sus diferencias
a oÃr
ponga el jilguero lo suyo
y el pirincho lo haga asÃ
pero vamos a entendemos
que lo que quiero decir
no es opinión sobre gustos
dura tarea
o feliz
como un borracho que muere
ahogándose en un barril
yo vengo de un fondo viejo
con Berceo a la nariz
y endulzó la villanesca
el agrio son del paÃs,
pero un puente de guitarra
fue lo que me trajo a mÃ
por eso no se sorprendan
si contrapuntean aquÃ
la guitarra de Gabino
y el arpa del rey David.
De "Las milongas" 1965
Vida
Entre mis manos cogÃ
un puñadito de tierra.
Soplaba el viento terrero.
La tierra volvió a la tierra.
Entre tus manos me tienes,
tierra soy.
El viento orea
tus dedos, largos de siglos.
Y el puñadito de arena
-grano a grano, grano a grano-
el gran viento se lo lleva.
Cinco Poemas Para Cris
I
Ya mucho más allá del mezzo
«camin di nostra vita»
existe un territorio del amor
un laberinto más mental que mÃtico
donde es posible ser
lentamente dichoso
sin el hilo de Ariadna delirante
si espumas ni sábanas ni muslos.
Todo se cumple en un reflejo de crpúsculo
tu pelo tu perfume tu saliva.
Y allà del otro lado te poseo
mientras tú juegas con tu amiga
los juegos de la noche.
II
En realidad poco me importa
que tus senos se duerman
en la azul simetrÃa de otros senos.
Yo los huebiera hollado
con la cosquilla de mi roce
y te hubieras reÃdo justamente
cuando lo necesario y esperable
era que sollozaras.
III
Sé muy bien lo que ganas
cuando te pierdes en el goce.
Porque es exactamente
lo que yo habrÃa sentido.
IV
La justa errata
habernos encontrado al final del dÃa
en un paseo púbico.
V
Me gustarÃa que creyeras
que esto es el irrisorio juego
de las compensaciones
con que consuelo esta distancia.
Sigue entonces danzando
en el espejo de otro cuerpo
después de haber sonreÃdo
apenas
para mÃ.
A Berta
Ya que eres grata como el cariño
ya que eres bella como el querub,
ya que eres blanca como el armiño,
¡sé siempre ingenua, sé siempre tú!
El torpe engaño que el vicio fragua
nunca se aviene con la virtud.
¡Sé transparente como es el agua,
como es el aire, como es la luz1
Que tu palabra -dulce armonÃa
que tu alma exhala como un laúd,
como una alondra que anuncia el dÃa
presa en la sombra que flota aún-
sea un arroyo sereno y puro
do, al inclinarme como un saúz,
mire las guijas del fondo oscuro
y las estrellas del cielo azul.
El Estanque
¡El verde estanque de la hacienda,
rey del jardÃn amable,
está en olvido
miserable!
En las lejanas, bellas horas
eran sus linfas cantadoras,
eran granates y auroras,
a campánulas y jazmines
iban insectos mandarines
con lamparillas purpuradas,
insectos cantarines
con las músicas coloreadas;
mas, del jardÃn, en la belleza
mora siempre arcana tristeza:
como la noche impenetrable,
como la ruina miserable.
Temblaba Vésper en los cielos,
gemÃan búhos paralelos
y, de tarde, la enramada
tenÃa vieja luz dorada;
era la hora entristecida
como planta por nieve herida;
como el insecto agonizante
sobre hojas secas navegante.
Clara, la niña bullidora,
corrió a bañarse en linfa mora,
para ir luego a la fiesta
de la heredad vecina;
ya a su oÃdo llegaba orquesta
de violÃn, piano y ocarina.
Brilló un momento, anaranjada,
entre la sombra perfumada,
con las primeras sensaciones
del sarao de orquestaciones.
¡Oh! en la linfa funesta y honda
fue a bañarse la virgen blonda;
de los amores encendida,
la mirada llena de vida. ..
¡EI verde estanque de la hacienda,
rey del jardÃn amable,
hoyes derrumbe
miserable!
No Volveré A Ser Joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella querÃa
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
"Poemas póstumos" 1968