Dios se encarna en un niño que busca los juguetes de tus manos.
¡Clava en tu carne tu hueso y echa a morder en el aire, que Dios no quiere contigo sino errar adivinándote!
Y la vida es eterna, aunque yo no lo diga. Y la vida es lo que soy, en el llanto o el gozo. Y la vida es cualquiera instante que se siga.