Porque el silencio es tan infinito tan espantoso y grande como un grito que cae degollado desde lo alto.
Desengañada te crees y tus días son cuentos para niños.
¡Por Dios que eres golosa, por Dios!... Oh! volcancito, que desnudándote, tiemblas y ríes, ríes, lloras, ríes gimiendo enloquecida de amores.