... la casualidad no sonríe al que la desea, sino al que se la merece.
Unas veces nos amamos porque nos conocemos, y otras, acaso las más, nos amamos porque nos ignoramos
Lejos de abatirse el investigador novicio ante las grandes autoridades de la Ciencia, debe saber que su destino, por ley cruel, pero ineludible, es crecer un poco a costa de la reputación de las mism...
No basta examinar; hay que contemplar: impregnemos de emoción y simpatía las cosas observadas; hagámoslas nuestras, tanto por el corazón como por la inteligencia.
Apártate progresivamente, sin rupturas violentas, del amigo para quien representas un medio en vez de ser un fin.
Muchas veces he pensado si el mal no está puesto en el Universo como un tema de trabajo y un incentivo a nuestra curiosidad.
Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.
La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte. La soportamos con entereza porque deseamos superar su terrible grandeza y cautivar la admiración de los espectadores
La más ignorante y rústica de las mujeres puede engendrar un hombre de genio.
Es difícil ser buen amigo de los amigos, sin ser algo enemigo de la equidad.
Hay un patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado; otro fuerte y activo: el orientado hacia el porvenir.
A los amigos, como a los dientes, los vamos perdiendo con los años, no siempre sin dolor
Los débiles sucumben, no por débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo sucede a las naciones.
El ahorro excesivo declina rápidamente hacia la tacañería, cayendo en la exageración de reputar superfluo hasta lo necesario.
Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio.
Al cavilar sobre las limitaciones del espíritu humano siéntese algo así como abatimientos de rey destronado, nostalgias y desfallecimientos del águila alicortada y prisionera
Cosa corriente es que vanidosos y presuntuosos finjan poseer lo que desean.
Es vulgarísima verdad que, en grado variable, el afán de aprobación y aplauso mueve a todos los hombres...
Una de las desdichas de nuestro país consiste, como se ha dicho hartas veces, en que el interés individual ignora el interés colectivo
Los celos iracundos de algunas hembras significan, antes que el temor de perder un amante, el recelo de que se cierre un bolsillo