Colección de paco
Quien abre todas las puertas puede cerrarlas todas.
Antonio PorchiaCuando se sabe una cosa sostener que se sabe y cuando no se sabe admitirlo, ese es el verdadero conocimiento.
ConfucioPenélope
Kabul
Pajarillo enjaulado, me han quitado los ojos
y tengo una cuadrÃcula
calcada sobre el mundo.
Ni mi propio sudor me pertenece.
Espera en la antesala, me dicen, y entrelazo
mis manos mientras cubro de envidia
las cabras que en el monte ramonean.
Ciega de historia y lino
me pierdo entre las sombras
y a tientas voy contando
la luz del mediodÃa.
Noche mÃa del fardo
que sin luces me arroja
la esperanza del tiempo
engastado en la letra. Noche mÃa, mi luz
cuadriculada en negro, cómo pesa
mi manto y su bordado, cuánto tarda
la paz negra del cielo, cuánto tarda.
De El extranjero, Rialp, Madrid 2000
La Tarde Es Una Lágrima
Te veo sentada frente al horizonte
un cárdeno perfil de cicatrices,
el encinar herido por heridas,
el tomillo que embriaga los sentidos
y una flauta que suena interminable.
No volverá, no volverá, lo dice
la lágrima que cae de tu ojo, el dolor
musical, luminoso de tus huesos.
Se deshará tu brava cabellera;
se pudrirán tus manos
y el recuerdo amoroso que contienen,
mas la lágrima de la tarde,
eterna durará para negaros,
para negaros.
Galán
Aquà está ya el amor.
La luna crece en el espacio virgen.
Desnudo, el desvelado hacia la aurora siente
resbalar por su cuerpo un agua de sonrisas.
Los álamos palpitan de finos corazones
y lento va el cortejo de los enamorados suspirante
en la noche,
deshojando el jazmÃn de las vihuelas.
Una mano enjoyada de anillos y serpientes
hunde sus uñas sabias de placer en los durmientes núbiles
y frÃa en su belleza la alta madrugada respira
en las glicinas.
Él piensa:
"Ah, caminar a solas bebiendo tu embeleso
por el vientre sombrÃo de la playa
donde el mar, a nuestros pies descalzos,
rompe en astros su voz amarga y su desdén.
Un rumor de guitarras perezosas
en los puertos azules donde la palma florecida mece,
ebria, su danza lánguida
nos dirá que el amor es tan solo un sorbo de verano.
Viviremos bajo un dolmen de yedras y de lluvias
en las suaves colinas enrojecidas de frutos
y la dicha fugaz apartará sumisa para vernos
los pámpanos silvestres dorados por el ala de
los abejarucos.
Ah, morir, quiero morir con tu nombre en mis labios."
La noche unge con sus sacros óleos los ojos del amante.
Juglares y doncellas
que ofrecÃan manzanas de amor entre columnas
duermen bajo una brisa de besos que deshace sus
cabellos floridos
y solo el ruiseñor, el prÃncipe nocturno,
asciende por las altas graderÃas de la luna
y en su pluma suave
una rosa de láudano crece esparciendo olvido.
El piensa entre los sueños:
"Quiero morir cantando junto al mar".
La riqueza de los pobres es la imaginación.
PacoyoNada más libre que la imaginación humana.
David HumeSin dolor no se forma el carácter; sin placer, el espÃritu.
Ernest Von FenchsterslebenLa naturaleza es la mejor maestra de la verdad.
San AgustÃnUn romance no es lo mejor, si no que es el amor que se tienen.
felicia martinezLos vestidos de las mujeres no son mas que variaciones de la eterna lucha entre el deseo confesado de vestirse y el inconfesado de desnudarse.
LicurgoMar Sin Orillas
Un dolor se me va y otro me arredra;
ola que se marchó y ola que viene
a batirme, y apenas se detiene
sobre mi viejo corazón de piedra.
Ola que llega, y rompe, y salta y medra
del dolor de la roca, y se mantiene
sólo el instante aquel que le conviene
para arrancarle hasta su airón de yedra.
Lucha sorda y tenaz; mudo combate
de la ola que se va, vuelve y se abate
en el peñón que su ira desafÃa...
Dolor perenne, inextinguible, intenso,
rudo y fiero combate en este inmenso
mar sin orillas de la vida mÃa...
La continuidad implica necesariamente la alteración.
Ferdinand de SaussureLas Primeras Miradas
Nadie sabe en qué noche de octubre solitario,
de fatigados duendes que ya no ocurren,
puede inmolarse la perdida infancia
junto a recuerdos que se están haciendo.
Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,
escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,
en el pecho, en los muslos impacientes
sentir cómo los labios se desprenden
de verbos maravillosos y descuidados,
de cifras defendidas en el aire muerto,
y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas
y desde ya cansadas se conjuran
para impedirnos el único fantasma de veras.
Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,
un sitio donde asir la larga soledad
con los primeros ojos, sin gastar
las primeras miradas,
y si quedan maltrechas de significados,
de cáscara de ideales, de puresas inmundas,
cómo encontrar un rÃo con los primeros pasos,
un rÃo -para lavarlos- que las lleve.
Gato Ecuestre
¿Cuál de los dos, mi tigre, a quién celebran
las aristas de polvo, las lanzas habitadas
que destellan ventanas insurgentes
en la noche solemne de la proclamación?
¿A quién miran los ojos en la hierba peinada?
¿Para quién la sonrisa aduladora
en las sombras secretas del square
o la memoria hambrienta de los niños?
¿Cuál de los dos exhibe, cuál somete?
¿O acaso lo admirable es ser el bicho
extraordinario que muestra a quien lo doma
y esclaviza la zarpa civil que lo sujeta?
Pues por si acaso fuera en tu homenaje
baila.
Yérguete sobre los cuartos poderosos
la dorada testera propón a las estrellas,
enarca la ancha mano
y queda inmóvil.
Hay veces que uno se arrepiente de enterarse de ciertas cosas.
Feliciano Franco de Urdinarrainde Pronto En Una Playa Interminable
Toco en la oscuridad las cerraduras.
¿Cómo llegué hasta aqu�
Es una extraña casa
que rodean tinieblas, y me llaman.
¿Quién eres tú, la que me canta?
Recuerdo ahora el mar. ¡El mar! Si yo pudiera
volver al mar a aquella playa
donde llovÃa siempre. Allá arriba las verdes colinas
y más allá la tierra escarlata, y la Gran Cordillera
que vigila volcanes, el viento que sopla desde allÃ,
y el cielo de cristal.
Nadie en las dunas.
La lluvia ahuyenta
y me deja solo en esta playa de pronto interminable.
Como el mar es la casa, como la lluvia sus muros.
Siento mis pasos: ya están aquÃ, y abro la puerta.
¿Cómo cruzar el fuego que arde entre tus pasos y los mÃos?
¿Quién me trajo a estos muros que se encienden y se apagan?
Y entro en otros cuartos que se abren a otros cuartos,
y el silencio es un cÃngulo dormido en los dinteles.
La imperceptible niebla empapa las recámaras,
pisa los zócalos, roza ventanas, hunde los lechos.
Mis pasos se adelantan al llegar a la sala, al llegar a la mesa,
al llegar al libro abierto de polvo,
al libro y a la mesa que nadie ha tocado en mil años,
y nadie vendrá.
Pero ahora la niebla
toca con su frente los umbrales.
Ya no hay nadie en la casa. (Si hubiera alguien,
¿a quién amar ahora?). Toco la mesa
y la mesa se ilumina.
Toco las cerraduras
y las cerraduras se abren.
Toco en la oscuridad los muros,
y los muros se apartan,
y escucho en el silencio de la sangre el rÃo que me habla
sobre esta oscuridad.
Si a un chico se lo ve descontrolado, seguramente son sus padres los que realmente no saben controlarse.
Humberto GurmanEl machismo solo demuestra que el hombre tiene un miedo excesivo a ser gay.
Azimuth